El Diluvio Universal: la historia detrás del mito bíblico

El Arca de Noé sobre el monte Ararat, por Simon de Myle

El primer relato del Diluvio conocido por el hombre, y sin duda el más famoso, es el que aparece en el libro bíblico del Génesis, entre los capítulos 6 y 9. Sin embargo, este amplio pasaje del Antiguo Testamento está formado en realidad por dos relatos diferentes, que en el siglo V a.C. fueron fundidos por una tercera mano. Este escriba lo hizo de tal manera que ambos parecen una narración única y lineal. También la mitología griega de esa época adaptó el mito del Diluvio: Zeus envía la inundación para acabar con la raza humana, que se preserva gracias al arca construida por Deucalión y Pirra.


Si nos fijamos en los detalles de la historia que se explica en el Génesis, veremos, por ejemplo, que en el relato del Diluvio Dios recibe dos nombres diferentes: en unos versículos se le llama Yahvé y en otros recibe el nombre de Elohim. Igualmente, cuando se habla del sexo de los animales, en unos lugares se habla de «macho y hembra» y en otros de «hombre y su mujer». En la versión denominada «yahvista» por el nombre de Yahvé que se le da a Dios, Noé toma siete parejas de cada especie animal pura y una pareja de las especies impuras. La otra versión, llamada «sacerdotal» y que emplea el nombre de Elohim para designar a Dios, dice que Noé cogió una sola pareja de cada clase. La yahvista dice que el Diluvio duró 40 días y 40 noches; la sacerdotal, un año. La yahvista dice que Noé utilizó una paloma; la sacerdotal un cuervo. Y lo más importante: mientras que la versión yahvista habla de lluvia (ej. Génesis 7, 12; 8, 2b), la versión sacerdotal da a entender que no sólo se trata de lluvia, sino también de una inundación, de una crecida provocada por la apertura de las puertas del abismo (Génesis 7, 11; 8, 2a).

Por tanto, es claro que cuando el texto bíblico adquiere su forma definitiva, gracias a la labor de uno o varios redactores, existían diferentes tradiciones sobre el Diluvio. Es el caso de los reinos de Judá y de Israel, que cuentan entre sus textos sagrados con una narración en la que su dios (Yahvé o Elohim, que con el tiempo acabarían fundiéndose en uno) decide castigar a la humanidad con un diluvio y encarga a Noé la construcción de un arca para introducir en ella a las especies animales que quiere salvar de la extinción.
Desde su redacción definitiva en el siglo V a.C. y hasta el siglo XIX, el relato bíblico fue la única fuente literaria del Próximo Oriente que mencionaba el Diluvio. Pero esta primacía absoluta del Antiguo Testamento para la historia de Oriente Próximo comenzó a desvanecerse cuando en 1857 se consiguió leer y traducir por primera vez la escritura cuneiforme –propia de las antiguas civilizaciones mesopotámicas-. Se abrió entonces una nueva ventana al conocimiento, a través de miles de tablillas de arcilla inscritas en las diferentes lenguas de los pueblos que habitaron el Creciente Fértil durante tres mil años: sumerios, acadios, hititas etc. Por primera vez, se conocía a estos pueblos por ellos mismos y no a través de la visión que de ellos habían tenido los redactores de la Biblia.
Entre estas colecciones de tablillas se encontraban las descubiertas en 1844 en las ruinas de la biblioteca del palacio de Nínive, construida por el poderoso rey asirio Assurbanipal en el siglo VII a.C. En 1872, un conservador del Museo Británico descubrió en varias tablillas fragmentos del Poema de Gilgamesh, una epopeya en la que su protagonista, Gilgamesh, rey de la ciudad de Uruk, emprende un viaje en busca de la inmortalidad. La historia hablaba de Utnapishtim, un «Noé» babilónico que había salvado su vida, la de su familia y la de todas las especies animales tras una devastadora inundación enviada por los dioses.
Mapa de Mesopotamia

Este erudito acababa de descubrir un hallazgo espectacular, pues las tablillas parecían confirmar, con independencia del relato bíblico, que el cataclismo del Diluvio había ocurrido de verdad. Esta era la prueba de que la Biblia podía ser considerada un documento fiable históricamente.
Hoy en día, los estudios bíblicos y mesopotámicos han avanzado mucho, y los investigadores consideran que tales textos (bíblicos y mesopotámicos) son ante todo escritos de naturaleza teológica, que en ocasiones ofrecen información válida para un historiador, pero que en otros casos resulta distorsionada o cae claramente en el ámbito del mito y las leyendas populares. Pero pese a que la mayoría de la comunidad científica acepta que no hubo un Diluvio de dimensiones apocalípticas, ni un Noé (o Utnapishtim), ni un arca, ni una paloma, se sigue intentando aportar una prueba física de la realidad del Diluvio o cuanto menos una explicación racional para este relato.
En esa búsqueda de pruebas físicas sobre la veracidad del Diluvio, algunos han buscado el arca, siguiendo la indicación de Génesis 8, 4, en el monte Ararat (Turquía). Varias expediciones escalaron hasta la cumbre y afirmaron haber encontrado restos de madera correspondientes al arca. La última expedición en atribuirse el hallazgo tuvo lugar en 2010. No obstante, tanto la expedición como las fotografías y el vídeo aportados despertaban altas sospechas de fraude. El hecho es que ninguna expedición ha aportado ninguna prueba de la existencia del arca que resista el análisis científico.
Otra vía de investigación ha intentado esclarecer la naturaleza del Diluvio o de la inundación descritos en la Biblia. En 1998, dos geólogos marinos de la Universidad de Columbia propusieron una nueva explicación. Según estos científicos, los glaciares de todo el mundo fueron derritiéndose poco a poco a finales de la Edad del Hielo, lo que terminó por provocar la subida de las aguas de los océanos. En el caso del Mediterráneo, sus aguas buscaron una vía de escape natural y la encontraron en el estrecho de los Dardanelos (Turquía), fluyendo hacia lo que entonces era un lago de agua dulce que se encontraba en el centro del actual mar Negro. Para respaldar su hipótesis, realizaron varios estudios con resultados impresionantes:
-      Descubrieron la playa del antiguo lago a 150 metros de profundidad y a varios kilómetros de la costa actual.
-      A través de un testigo marino extrajeron de las profundidades del mar Negro sedimentos de color claro, depositados cuando la cuenca era un lago de agua dulce, y de un color más oscuro, ricos en materia orgánica, depositados después de la entrada de agua salada. Ello prueba una brusca transición de lago a mar.
-      Además, encontraron moluscos procedentes del litoral sumergido que, según el carbono 14, se dividen en dos grupos: especies de agua dulce, más antiguas, y de agua salada, más recientes. Esta división confirmaría su teoría de que el agua de mar inundó la cuenca hace unos 7.500 años.
Esta transformación del lago en un mar comunicado con el Mediterráneo causaría la desaparición de decenas de miles de kilómetros cuadrados, de vidas humanas y animales.
Estudio del mar Negro

Y otros estudiosos señalan las crecidas del curso bajo del Tigris y el Éufrates -unos ríos que no tuvieron cauces fijos naturales hasta que los habitantes de la región supieron controlarlos a través de un sistema de canales-, que inundaban las tierras de alrededor, en las que se encontraban ciudades y cultivos, devastándolo todo. Tales hechos puede que alimentaran el mito del Diluvio. Además, en el Génesis el episodio siguiente al Diluvio, la Torre de Babel, se sitúa en Mesopotamia. Y por otra parte, el héroe Gilgamesh es rey de Uruk, mientras que Utnapishtim, el superviviente del Diluvio, es rey de Shuruppak, ambas ciudades mesopotámicas.
Río Éufrates

Sea cual fuere el lugar, el trauma provocado por semejante experiencia se transformaría con el tiempo en narraciones orales sobre destrucciones enviadas por los dioses para castigar a la humanidad; relatos que más tarde se pondrían por escrito en el Poema de Gilgamesh y el Génesis.
A continuación, pasamos a analizar varios pasajes de ambos relatos, donde las similitudes son más que evidentes:
El relato bíblico: El arca de Noé
El Arca y la paloma, grabado de Gustavo Doré
Según el libro del Génesis, Yahvé, apesadumbrado por la maldad de los hombres que ha creado, decide aniquilar al género humano. No obstante, salva a un hombre justo, Noé. Dios le anuncia que va a «inundar la tierra con un diluvio de aguas [...] Todas cuantas cosas hay en la tierra perecerán. Más contigo yo estableceré una alianza». Y le manda meter en un arca a su mujer, sus hijos y las familias de éstos. Entonces, Yahvé le dice a Noé: «Haz para ti un arca [...] de tres pisos. De todos los animales de toda especie meterás dos en el arca, macho y hembra, para que vivan contigo».
En el relato bíblico llovió sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches «Y todo cuanto en la tierra tiene aliento de vida, pereció [...] sólo quedó Noé y los que estaban con él». Al cesar la lluvia, «las aguas dominaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días». Entonces, Dios «teniendo presente a Noé [...] y a todas las bestias que estaban con él en el arca, hizo soplar el viento sobre la tierra, con lo que fueron disminuyendo las aguas». Tras esto, el arca se posó en el monte Ararat. Cuarenta días después, Noé suelta un cuervo, que regresa; después suelta una paloma que regresa con una rama de olivo con brotes verdes; cuando Noé la suelta de nuevo, ya no regresa. «Y edificó Noé un altar al Señor y, cogiendo de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció holocaustos sobre el altar». Entonces, Dios bendice a Noé y a sus hijos, diciendo: «Creced y multiplicaos y poblad la tierra». Y anuncia que pondrá el arco iris sobre las nubes, en señal de que nunca más castigará a los hombres como ha hecho.
El relato mesopotámico: La gran nave cuadrada de Utnapishtim
Gilgamesh, Museo del Louvre
El protagonista del diluvio mesopotámico tiene diferentes nombres según los textos: Utnapishtim para los babilonios (el que aparece en el Poema de Gilgamesh), Ziusudra para los sumerios y Atrahasis para los acadios. El dios Enlil decide destruir a la humanidad por su comportamiento -en la versión acadia de Atrahasis, la maldad de los humanos se reduce a que su ruido impide al dios conciliar el sueño- pero el dios Ea le dice secretamente a Utnapishtim, rey de Shuruppak, que construya un gran barco cuadrado de seis cubiertas y que «reúna y embarque en él ejemplares de toda criatura viviente». Utnapishtim dice: «cargué todas mis preciadas posesiones: todo mi oro y plata, toda mi familia, todos mis parientes, todas las especies animales, salvajes y domésticas, así como obreros y artesanos de todas clases [...] La lluvia era tan densa que no podrías ver tu propia mano delante de los ojos». Inlcuso los dioses se asustaron y huyeron a lo más alto del cielo.
Al cabo de seis días y siete noches cesó la tormenta: «no había vida alguna, la raza humana se había convertido en arcilla». El barco se posa sobre el monte Nimush. Tras siete días, Utnapishtim suelta una paloma y luego una golondrina, que vuelven porque no hallan donde posarse; después, suelta un cuervo, que no regresa porque encuentra una rama en la que detenerse. «Cuando las aguas se hubieron secado y apareció la tierra, puse en libertad a los animales que traía conmigo, sacrifiqué una oveja en la cumbre de la montaña y se la ofrecí a los dioses». El dios Enlil, magnánimo, bendice a Utnapishtim y su esposa y les concede la inmortalidad.
Fragmento del Diluvio en el Poema de Gilgamesh, British Museum

Bibliografía:
- Alonso López, J: El Diluvio Universal. La historia detrás del mito. En Historia National Geographic nº117, RBA, Madrid, 2012, pp.34-45.
- Kuhrt, A: El Oriente Próximo en la Antigüedad 1. Crítica, Barcelona, 2014.
- Lara Peinado, F: Poema de Gilgamesh. Tecnos, Madrid, 2007.
- Masó, F: La cuna de la civilización. La vida a orillas del Tigris y el Éufrates. En Historia National Geographic nº 105, RBA, Madrid, 2012, pp.27-33.

Comentarios

  1. Muy bien explicado. Me ha gustado. Gracias....

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    1. Me alegro que te haya gustado. Con tanto estudio he tardado mucho en retomarlo, pero ya iré poco a poco publicando más entradas.

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